sábado, 4 de mayo de 2019


Mi intención no es juzgar ni condenar sino solo describir lo que ocurre al menos en sus rasgos generales.

Cuando observas el comportamiento de las españolas la conclusión que sacas se entiende con la analogía del cine:
-A nosotros de vez en cuando nos apetece ir al cine y vamos al cine. 
-No vamos al cine porque pensemos que necesitamos ir al cine, o porque pensemos que estamos en este mundo para ir al cine, o porque pensemos que estamos obligados a ir al cine. Vamos simplemente porque nos da el capricho y ya está. Vamos para matar el tiempo cuando no hay nada que hacer. O porque los demás también van. O porque nos da curiosidad la película. O por cualquier otro motivo frívolo y banal por el estilo.
-Es cierto que algunas películas nos han hecho pasar un buen momento. Pero no por ello deja de ser un mero capricho para nosotros.
-Si no ponen buenas películas vale que nos molesta un poco porque nos estamos perdiendo la posibilidad de pasar un buen momento. Pero en realidad nos da exactamente igual. Si no hay buenas películas simplemente no vamos al cine y ya está. Porque el cine es solo un pasatiempo en nuestra vida. Solo eso.

Pues para las españolas los hombres son algo así como el cine.

Con esa actitud lo único que pueden obtener de los hombres es soledad intercalada con momentos de relaciones tóxicas. Ellas se jodan a si mismas y de paso joden al que no se imagina de que va la película.

Añade a eso la selección inversa que hacen las españolas, y la malicia con la que tratan al que se les acerca que provoca que solo se les acerquen los que son todavía más malos que ellas, y el coctel está servido.