El Efecto Masa y la Obediencia: La Responsabilidad Diluida
El Efecto Masa y la Obediencia
Durante la segunda guerra mundial, buena parte de la población alemana sucumbió al influjo de la masa; la exterminación sistemática del pueblo judío, la quema de libros, la persecución de homosexuales, la marginación de los opositores a Adolf Hitler, la propia guerra mundial. Todos estos actos fueron asumidos como aceptables, incluso como recomendables, en los contextos bélico y prebélico por millones de individuos que, sin embargo, eran conscientes de su brutalidad y de su falta de humanidad.
¿Cómo puede una población sana, “normal”, convertirse en una masa de sádicos? En 1964 Kitty Genovese, una chica de 28 años, fue brutalmente asesinada en Nueva York. Al menos 38 vecinos testificaron haber oído sus gritos durante la noche. Ninguno de ellos hizo algo por ayudarla. Nadie avisó a la policía. A raíz de este suceso, Bibb Latané y John Darley realizaron diversos experimentos en los que demostraron que la presencia o el conocimiento de la existencia de otros testigos facilitaban que las respuestas de ayuda se demorasen o incluso desapareciesen.
Inmerso en un grupo, el sentido de responsabilidad tiende a diluirse (“alguien hará algo”), la capacidad para actuar conforme a los propios principios disminuye y el miedo a sobreactuar se hace patente.
Asimismo, la obediencia y las expectativas del contexto también juegan su parte. En otro experimento de los años sesenta, diversos sujetos terminaron aplicando corrientes eléctricas letales a desconocidos, obedeciendo las órdenes de un experimentador. Un grupo de estudiantes fue seleccionado para participar en un experimento de aprendizaje mediante castigos con descargas eléctricas crecientes. La mayoría de los estudiantes continuaron aplicando descargas, a pesar de los gritos de dolor provenientes de la habitación contigua. Las descargas eran simuladas. De haber sido reales, la mayor parte de los estudiantes habrían asesinado a sus compañeros. El experimento se replicó a finales de los 90 con idénticos resultados; el 80% de los estudiantes aplicaron descargas letales y más de la mitad continuaron aplicando descargas hasta finalizar el experimento.
Este video muestra, en diez minutos más que recomendables, la repetición del experimento Milgram, realizado a finales del siglo XX. Experimento Milgram (en español).
El escándalo de las torturas a prisioneros en Abu Ghraib y Guantánamo responde a un patrón de comportamiento similar. Por un lado, el ejército de los Estados Unidos avaló el ejercicio de medidas violentas contra prisioneros sospechosos de terrorismo, refutó legalmente la aplicación de las normas de la Convención de Ginebra sobre sus prisioneros y suprimió las limitaciones al uso de la violencia contenidas en el propio código militar, permitiendo de facto la tortura, durante los interrogatorios en sus prisiones militares. Soldados americanos, cumpliendo órdenes ambiguas, privaron de sueño y de estimulación sensorial a los detenidos, los maniataron y colgaron de manos o pies, los humillaron, los golpearon. Los interrogadores obtuvieron jugosas confesiones. Sus superiores les felicitaron y exigieron más. La violencia se multiplicó. Los soldados aseguraban sentirse presionados por sus superiores y por las acciones de sus propios compañeros. La rutina de gritos, golpes, aislamiento sensorial, privación de sueño, vejaciones sexuales, humillación y amenazas con perros, se convirtieron en norma, se establecieron horarios precisos, se cumplían órdenes. Las dudas individuales quedaron diluidas; la obediencia debida y el efecto normalizador del grupo, de la masa, convirtió a soldados decentes en agresores, en sádicos, en pervertidos.
Este documental, con declaraciones de soldados que participaron en las torturas de Bagram, Afganistán, es particularmente revelador. Taxi to the Dark Side (subtítulos en español).
Responsabilidad Diluida
¿Estamos libres del efecto degradante de las masas? ¿Somos libres del influjo de obediencia que emana de las figuras de autoridad? Los ejemplos de la población alemana durante el holocausto nazi, el de los soldados americanos durante los interrogatorios a sospechosos de terrorismo o el de los testigos del asesinato de Kitty Genovese, ¿son hechos excepcionales o por el contrario son la norma en poblaciones humanas?
El experimento Milgram muestra cómo individuos inteligentes, educados, incluso pacifistas, religiosos o liberales, son transformados en torturadores y asesinos. No parece haber credo, ética o signo político, capaz de luchar contra el poder que ejercen las figuras de autoridad y contra el efecto degradante de la masa.
Una película muy recomendable que aborda este tema es “Sophie Scholl”, de Marc Rothemund. Cuenta la historia de una chica alemana y su hermano que son detenidos durante la segunda guerra mundial por oponerse al régimen nazi.
La obediencia suele implicar una inhibición de la responsabilidad individual; el sujeto no se siente responsable de los actos que realiza cuando cumple órdenes. Lo mismo ocurre con el comportamiento humano cuando un individuo se encuentra inmerso en una masa de gente; tiende a hacer lo mismo que hacen los demás, y a justificar así sus propios actos.
Los seres humanos somos individuos socializados y las sociedades humanas constituyen grupos aislados, masas de hombres y mujeres que establecen vínculos de identidad en base a conductas y opiniones homogeneizadas. En situaciones críticas o poco habituales, el individuo social mira a los demás para saber cuál es la respuesta adecuada. La capacidad de actuar de manera distinta a como lo hace el resto, de no obedecer, de no imitar, de arriesgarse a destacar por un acto original y contrario a las expectativas generadas por el contexto, contrario a lo que hacen y piensan los demás, sin el respaldo de un grupo, es la única vacuna contra la apatía que se deriva de la obediencia ciega y del efecto de la masa; la capacidad de desarrollar un sentido valiente de responsabilidad, individual y colectiva.
Chema Nieto
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