Una vez que cumples los 30 todo va muy deprisa. No es que lo diga tu madre, es que es una certeza tan matemática como que uno más uno es igual a dos.
Tan rápido va todo que a veces no percibes esas señales que te indican claramente que el tiempo ha ido pasando y que tú ya no eres tan joven como te crees. Y no hablo sólamente de aguantar el alcohol o de tus gustos literarios o musicales…
Hablo de cosas tan cotidianas como estas:
Tan rápido va todo que a veces no percibes esas señales que te indican claramente que el tiempo ha ido pasando y que tú ya no eres tan joven como te crees. Y no hablo sólamente de aguantar el alcohol o de tus gustos literarios o musicales…
Hablo de cosas tan cotidianas como estas:
1. No te aclaras con eso de la ESO
A no ser que tengas un hijo en edad escolar, no tienes la menor idea de cómo van los cursos ahora. Te da igual infantil que primaria… ¿pero no son lo mismo? Y ni te cuento lo que piensas de ESO. Eres tu madre. ¿O no te acuerdas cuando ella se traducía tus cursos a su bachiller?
2. Te llaman de usted en las tiendas
La primera vez que un niño pequeño te llamó de usted un escalofrío recorrió tu espalda. Debías tener 20. Pero esto es distinto y te consta. Desde la panadería, pasando por todos los puestos del mercado, el bar, la peluquería, el médico. Entras y te llaman de usted. Sí, no mires a tu espalda que no hay nadie más: te lo están diciendo a ti. Definitivamente es una señal. Estás casi perdido.
3. Llamas “chico” a tíos de más de 45 años
Cuando yo era pequeña y me gustaba Paul Newman, yo tenía un póster en mi cuarto de cuando él tenía aproximadamente 35 o 40 años y me parecía un señor. ¡¡Si podía ser mi padre!! Pero llega un momento muy especial en la vida de las personas que es cuando empiezas a llamar chico o chica a un determinado grupo de edad a los que hasta ese momento habías denominado señores o señoras. Mal asunto: has pasado a ser uno de ellos.
4. Las grandes cantidades las dices en pesetas
Hace once años que tenemos euro. Los menores de 20 ni se acordarán de haber hecho compras en pesetas, como mucho unas chuches. Los menores de 30 tenían 20 años. A esa edad tu mayor compra es un CD o un libro (en el caso de que los compraras en las tiendas, que de aquella el emule funcionaba aún guay). Sin embargo, los que ya teníamos una edad en 2001 hemos sido capaces de adaptarnos a las pequeñas cantidades: la cesta de la compra, un coche a lo sumo… pero ¿y los pisos? Estás en el camino de la perdición.
5. Usas paraguas
Cuando eras un chaval todo te estorbaba. ¿Para qué ibas a usar tú un paraguas si a ratos no llueve y hay que cargar con el? Pero de pronto, un día, descubres que, incluso si en el momento de salir de casa no están cayendo chuzos de punta, tú sacas el paraguas “por si acaso”. Definitivamente te has convertido en tu padre.
6. Los futbolistas profesionales te parecen juveniles
Un día estás viendo la tele y, haciendo zapping, ves un partido de fútbol y todos te parecen juveniles, como de patio de colegio. No te has equivocado de canal: es el Madrid-Barça y no son juveniles, es que tú te has hecho mayor. Podrían ser tus primos pequeños… alguno, hasta tu hijo, sin estirar mucho. Mis condolencias: acabas de caer del guindo.
7. Hablas del pasado con nostalgia
Ningún joven (NINGUNO) habla del pasado con nostalgia. El pasado, simplemente, no existe. Pero de pronto te das cuenta de que estás pronunciando las palabras mágicas: “en mis tiempos” o “cuando yo era…”. Y es una putada, pero en ese momento descubres que te han salido tres canas.
8. Echas de menos tu cama
Te vas de vacaciones a cualquier sitio y la primera noche, pasa, pero a partir de la segunda empiezas a notar ese puntito de la espalda que te demuestra que tu cama, tu cama, tu cama es cojonuda, como tu cama no hay ninguna…
Y recuerdas con ternura aquellos tiempos en los que te ibas a dormir a casa de cualquier amigo y eras capaz de acostarte sobre una esterilla… Mal asunto.
Y recuerdas con ternura aquellos tiempos en los que te ibas a dormir a casa de cualquier amigo y eras capaz de acostarte sobre una esterilla… Mal asunto.
9. Tienes compañeros de trabajo que no conocieron a Naranjito
O lo que es peor, le conocieron pero “en una reposición”. Y es que los que hoy se incorporan al mercado laboral con, un poner, 25 años, nacieron en 1987. No sólo no conocieron de primera mano a Naranjito sino que para ellos no fue un trauma la muerte de Chanquete porque ya sabían lo que iba a pasar. Tampoco recuerdan la carta de ajuste ni que sólo había dos cadenas (en el mejor de los casos) de televisión. Una cana más.
10. Eres veterano
En una competición de lo que sea, da igual si es de mus, de atletismo o de bailes de salón, te meten en ese temido conjunto. Juniors, seniors y veteranos. Es el fin.
Te das cuenta de que ya jamás serás una joven promesa de nada… que no es que hayas tenido nunca ni las ganas ni la más mínima posibilidad de serlo… pero jode pensar que ya no tienes ni siquiera la edad para serlo. Ya no queda ni la esperanza. Necesitas Lady-Grecian con urgencia.
Te das cuenta de que ya jamás serás una joven promesa de nada… que no es que hayas tenido nunca ni las ganas ni la más mínima posibilidad de serlo… pero jode pensar que ya no tienes ni siquiera la edad para serlo. Ya no queda ni la esperanza. Necesitas Lady-Grecian con urgencia.
11. Usas expresiones que otros no entienden
Tú que te crees tan joven, haz la prueba del algodón, que el algodón no engaña Candemor, fijaté, el aroma de mi hogar, ¡anda la cartera!, tenemos chica nueva en la oficina… y otros grandes éxitos. Puedes guardar como oro en paño tu secreto: sabes que en realidad Don Limpio es un impostor que un día nos robó a Mr. Proper. Pronto descubrirás que sólo te entiendes tú. Rectifica antes de que llegue el fin.
12. La música
Cuando mi madre tenía mi edad y yo tenía 16 años, tenía una colección de discos que se llamaba “Para jóvenes carrozas”. Los carrozas, en el lenguaje que usaba mi madre eran la gente viejuna para su generación, o sea, sus propios padres. En estos discos, que eran un auténtico guiño al viejunismo, las estrellas invitadas eran Gigliola Cinquetti, Los Bravos, Los Brincos… A mí me parecían lo peor. Donde estuvieran Depeche Mode, A-ha, Madonna o los Simple Minds…
Si piensas que la música que escuchan tus hijos no tiene parangón con la que escuchabas tú, acuérdate de los jóvenes carrozas.
Si piensas que la música que escuchan tus hijos no tiene parangón con la que escuchabas tú, acuérdate de los jóvenes carrozas.
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