El obrero que vuelva a la casilla de salida (y que se joda)
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No entendí este problema hasta que hablé con un viejo amigo, también versado en la realidad política, y me dijo que había que prohibir el matrimonio gay, cuando he sabido, desde siempre, que él está completamente a favor de ese asunto.
-¿Cómo dices tú una cosa así? -le pregunté.
-Para que tengan que pedir lo anterior en vez de lo siguiente. para tenerlos entretenidos en algo viejo y que no se les ocurra algo nuevo - me respondió.
Y es que la cosa va de eso. Lo tengo claro.
Los movimientos de izquierdas han abandonado al trabajador a su suerte. Todas las energías sociales, la movilización y la capacidad de lucha se está desviando a otros temas, dejando para otro día, para cuando toque, la miseria de los salarios, las jornadas de mierda, la precariedad, los trabajos a tiempo parcial, la falta de convenios colectivos y, en general, la porquería de vida laboral que tiene la gente, empezando por los jóvenes.
¿Sobre qué escriben los columnistas de la izquierda? ¿A qué dedican hoy los recursos mediáticos? A la ideología de género. Un día sí y otro también, leemos denuncias y análisis sobre feminismo, acoso, machismo y temas similares. ¿A que lo dedicaron hace unos años? Al animalismo, los toros, y los derechos de las mascotas? ¿Y unos años antes? A los derechos de los gays, lesbianas y compañía. ¿Y hace una década? A la memoria histórica, es decir, a los que ya están muertos.
¿Cuantos años hace que la izquierda no tiene como centro de su discurso las condiciones de trabajo? Más de veinte. ¿Cuantos años hace que consideran secundaria en la lucha diaria la calidad de vida de la clase obrera? Ni se sabe. Haced memoria conmigo: ¿Cuándo fue la última huelga general, con la que está cayendo? ¿Por qué toda la energía que se dedica a ideología de género, LGTB, toros y difuntos de la guerra civil, no se emplea para intentar mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población?
Pues porque eso costaría dinero al que reparte el alpiste. Hablar de escotes, productores babosos, orgullo gay, toros sangrantes y fosas excavadas no cuesta más que calderilla a la patronal y al gran capital, que simula ceder, mientras guarda la cartera a buen recaudo.
Sólo me queda una duda: si la izquierda es de veras así de imbécil o es que son unos vendidos.
Lo iremos viendo.
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