¿no habeis estado en ningun gimnasio? seguramente os habreis topado con los siguientes personajes que,
curiosamente, parecen repetirse en cualquier gimnasio en el que hayais
estado:
1.- El gordo cabrón . Patético personajillo que trata de perder la grasa
acumulada a base de jamoncito, vino y otras delicatessen similares sin
querer aceptar que para eso hace falta hacer ejercicios aeróbicos. Es
decir, que hay que correr más y levantar menos pesas.
2.- El cachitas. En
todos los gimnasios hay algún tipo desproporcionado de esos que sólo
comen proteinas de huevo y fibra en cantidad suficiente como para cagar
camisetas. Se les reconoce fácilmente por llevar unos modelitos muy
característicos: pantalones de un millón de colores, capaces de
provocarte una epilepsia si los miras fijamente, camisetas de tirantes
que se limitan a un simple hilo a la altura de la espalda… vamos, todos
sabemos a lo que me refiero.
Seguramente los cachitas pagan más
cuota por ir al gimnasio que el resto de los mortales, porque si no
¿por qué acapararían varias máquinas a la vez en vez de entrenar de una
en una?
3.- El proyecto de cachitas.
Estos personajes, aunque narcisistas por naturaleza, suelen ser muy
gregarios. Así, cuando se reúnen en manadas, se les puede escuchar
comentarios del tipo “¡oh, tienes un deltoides hipertrofiado que es la caña! ¿Cómo lo haces?“.
Suelen vestir con ropa muy ajustada.
Muy muy ajustada. Bueno, en realidad compran su ropa en la sección de
bebés de los hipermercados. Así consiguen que les quede tan pequeña
que, por una sencilla ilusión óptica, aumenta el tamaño de sus brazos
hasta hacerlos parecer columnas.
No suelen llevar pantalones cortos (“es que no hago pierna, como ya juego al fútbol no lo necesito…“)
y son los clientes habituales de los productos alimenticios que se
venden en los gimnasios: proteínas, aminoácidos, hidratos de carbono,
quemadores de grasa… en un grado ya avanzado, también se convierten en
clientes habituales de los especialistas endocrinos, que tendrán el
papelón de arreglar todo ese desaguisado metabólico.
4.- La divina. Las
divinas, al revés que los proyectos de cachitas, suelen ser especies
solitarias, no soportan estar junto a otras divinas. Se las distingue
fácilmente por dos características comunes entre ellas: la primera es
que suelen estar muy buenas y la segunda es que no sudan. Esta última
característica es la que más me llama la atención, porque tías
macizorras hay muchas pero ¿cómo lo hacen para no sudar, si yo sudo
hasta cuando voy al WC a soltar mis 600 gramitos de después de comer?
Se trata, sin duda, de un expediente X que debería ser investigado (si
no lo ha sido ya) por el gobierno de EE.UU.
Por otro lado, las divinas suelen ir
impecablemente vestidas al gimnasio. Perfectamente conjuntadas,
enseñando piercings si los tuvieran (que es lo normal, puajjjj), con
prendas de lycra o similares, tan ajustadas que parecen atletas de la
final de 100 metros lisos. Y, ojo al dato, no es extraño verlas con….
¡¡zapatos de tacón alto!! ¡¡Sí, en pleno gimnasio y haciendo pesas!!
¿No es eso un síntoma inequívoco de que nos encontramos frente a una
divina?
5.- El/La principiante patético/a. Su frase característica la pronuncia cuando habla con el monitor/monitora de ese gimnasio: “no me pongas una tabla de ejercicios muy grande porque no quiero ponerme demasiado fuerte“. ¡¡¡JUAAAASSS!!!
En mi humilde opinión, creo que estos
son los más divertidos de todos. Como nunca han estado en un gimnasio
y ven a los cachitas o a los proyectos de cachitas entrenando con
grandes pesos, los principiantes patéticos parecen sentir vergüenza por
entrenar con pesos inferiores, así que cargan las barras con muchos más
kilos de los que son capaces de mover, no sea que les estés mirando.
Luego piden a alguien que les ayude: “¿Te importa echarme un vistazo? Es que estoy saliendo de una lesión en el hombro y ya sabes…“
Paradójicamente, los principiantes
suelen ser los que mejor eligen su ropa para ir al gimnasio: ropa
deportiva, cómoda, absorbente, transpirable… incluso cintas para el
sudor de la frente, muñequeras, etc. Van preparadísimos para la gran
Maratón, vaya. Lo que les delata, además de la abundancia de
complementos deportivos, es que suele ser ropa nueva, recién estrenada.
6.- El/La limpiaconciencias.
Aunque los hay durante todo el año, los limpiaconciencias aumentan
exponencialmente su presencia en los gimnasios en épocas clave: a
principios de año (por aquello de los propósitos a cumplir para el año
nuevo), poco antes de las vacaciones de verano (intentando remediar en
15 días lo que no se intentó durante todo el año) y, como es natural,
después de las vacaciones de verano (¡¡Por todos los dioses!! ¿¿De
dónde han salido estos michelines, si yo siempre he sido fibroso cual
estatua griega??)
Lo fundamental de un limpiaconciencias,
antes que su apariencia o su comportamiento social es su motivación:
necesita apuntarse a un gimnasio por una exigencia psicológica. Lleva
mucho tiempo justificando sus michelines de un millón de maneras (“mi metabolismo, que me hace engordar con un vaso de agua” … “¿comer yo? Si apenas como nadaaaa” … “¿grasa? No, esto no es grasa. Es que yo retengo líquidos” … “no tengo más tiempo para hacer ejercicio, entre el trabajo y los niños ya estoy ocupadísim@” … “¿Lo ves? Yo hago lo que puedo para adelgazar, ya estoy apuntado al gimnasio“)
y su presencia física en la sala de pesas es algo que le permitirá
tener la conciencia tranquila cuando vuelva a casa y se zampe una
fuente de grasientas y deliciosas patatas fritas con salsa mahonesa.
Si engorda, no será por su culpa: está apuntado al gimnasio ¿qué más puede hacer si su metabolismo es así?
Fuera del gimnasio, también se reconoce rápidamente a un limpiaconciencias porque introduce repetidas veces la palabra “metabolismo” en la conversación.
Estos personajes rara vez duran más de
un mes asistiendo al gimnasio y casi siempre lo hacen durante las
épocas señaladas al principio.
Bueno, eso es todo por hoy. Me retiro a pensar qué podría criticar mañana…
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