Terrible dislate. Colapso titánico. Un trágico error a la hora de copiar y guardar unas fotos condujo a un matrimonio de Cáceres a comprimir por accidente a su hijo mayor en formato ‘zip’. El pequeño Andrés, que así es como se llama, condenado a vivir de por vida con el tamaño de un niño de 3 años, realiza una vida aparentemente ‘normal’: ” Mis padres me pusieron la película ‘Cariño he encojido a los niños’ para explicármelo todo. ’A partir de ahora eres especial’, me dijeron”.
Los padres hablan con orgullo del pequeño Andrés: “No es fácil tener un hijo ‘punto-zip’. Es un síndrome bastante extraño y en ocasiones nos sentimos desbordados”. El padre añade: “Andresito es increíble. En casa es un poco trasto, siempre animando a las visitas con sus trastadas. Son 34 años a su lado y la verdad es que ahora, con la edad del pavo, empieza a hacerse preguntas. Se hace mayor”.
“Andresito es lo más”, comenta su hermano, “es genial tener un hermano comprimido, pues todo su querer de hermano mayor está comprimido y me lo puedo llevar al trabajo o de vacaciones. Es como el iPad, supertransportable y maleable. Un pepino de hermano y un amigo en la montaña”. Genial.
Pilar, madre del comprimido, sólo habla maravillas del niño: “Yo también sufro un drama, por eso le entiendo y nos compenetramos tan bien”, continuando: “De pequeña mi padre creyó que sería genial ir a la granja-escuela. Un mapache loco me atacó cuando le estaba dando cacahuetes. Sólo quería compartir los maníes con él y se puso furioso. Desde entonces sólo tengo una ceja y un terror absoluto a los mapaches y hurones”. “Tener un hijo en formato zip es la historia de la pura superación… no sé, son sensaciones mil”. Pilar, si algún día leyeras esto, recuerda: Panegírico en Tetuán. Abrazos de albarán: Sensaciones mil.
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