domingo, 2 de noviembre de 2014

París: seis rincones “no tan turísticos”

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París: seis rincones “no tan turísticos”

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La torre Eiffel, la Basílica del Sacré Cœur, el Louvre, el Museo de OrsayMontmartre… la lista es enorme porque París es un museo al aire libre con centenares de monumentos históricos en los que perderse. Sin embargo la ciudad de la luz posee otros tesoros menos conocidos que bien merecen una visita y en los que uno puede sentirse “no tan turista.” Ahí va.

1. París en globo: el parque Citroën

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Enclavado en el corazón de París hay una atracción para niños y mayores por igual, que ofrece unas fantásticas vistas de la ciudad de la luz. ”Air de Paris” es uno de los mayores globos aerostáticos del mundo. Caben en su interior seis mil metros cúbicos de Helio.
Unido por un cable al suelo, el globo asciende hasta los 150 metros y además de las vistas,  juega un papel activo en el medio ambiente: cambia de color dependiendo de los niveles de calidad del aire y la contaminación, dando una idea a los parisinos de la calidad del aire a través de sus tonalidades, verdes cuando la calidad es buena y naranjas, e incluso rojas, cuando es mala o muy mala. La visita cuesta 12 euros (seis para los pequeños hasta 11 años) y el globo funciona desde las 9 de la mañana hasta el cierre del parque.




2. La pequeña Sri Lanka

festival de Ganesh paris
Hay más de 100.000 tamiles de Sri Lanka que actualmente viven en Francia, y se pueden encontrar muchos de ellos en la parisina “Little Jaffna”, al final de la Rue du Faubourg-Saint-Denis, en el distrito 10.
Muchas veces llamada erróneamente “Little  Bombay” incluso por los parisinos, aquí se pueden encontrar tiendas y restaurantes que reflejan los olores y colores de de Sri Lanka y del sur de laIndia. La lengua tamil se mezcla con los últimos hits salidos de Bollywood a lo largo y ancho del barrio. Estar en La Chapelle es como salir de París. Si además tienes la suerte de estar a finales de agosto, no dudes en asistir al ”festival de Ganesh, una procesión de colores que recorre las calles del distrito décimo rindiendo homenaje a la diosa elefante. Todo un espectáculo.

3. El canal de Saint Martin

canal de Saint Martin
Compra un buen tinto y algo de queso y disfruta de un precioso atardecer. En 1802, harto de la mala calidad del agua de la ciudad, Napoleón ordenó la construcción del Canal de Saint Martinpara enlazar el Sena con el río Ourq y proveer de suficiente agua fresca a la ciudad.
La construcción finalizó en 1825 y fue financiada con un impuesto sobre el vino. El canal vivió una edad de oro desde el principio hasta mediados de los años 60 del siglo pasado, debido al transporte de mercancías y las industrias que lo flanqueaban. Sin embargo, al igual que los canales de Londres, hoy en día se ha convertido en una zona de paseo y residencial. Los parisinos se acercan a sus orillas a hacer picnics, tocar o disfrutar algo de música y pasear entre los árboles. Cafés y boutiques se esparcen a ambos lados del canal. Los fines de semana, las calles adyacentes se cierran al tráfico para que los ciclistas las disfruten, aunque si prefieres relajación, se pueden recorrer los cuatro kilómetros y medio del canal en barco. Los jueves y los domingos en el Boulevard Richard Lenoir se monta un mercado que pasa por ser uno de los mejores de París.

4. La terraza de las galerías Lafayette

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Las galerías Lafayette, el gran almacén comercial en el centro de París, es muy conocido en todo el mundo, y una de las principales atracciones de la ciudad por su magnífico estilo “art Nouveau” y por su cúpula de cristales neobizantina. Sin embargo, menos conocido es que en el séptimo piso existe una terraza abierta al público con unas de las mejores vistas de todo París, y además, gratuíta, cosa rara en la ciudad de la luz. Esta terraza además tiene una historia muy curiosa que ya conté aquí. El 19 de enero de 1919, Jules Vedrinès se convertía en el primer hombre que aterrizaba un avión en lo alto de un edificio. Una placa en la terraza recuerda su hazaña.

5. El museo de drenaje

¿Tienes ganas de estar sólo? ¿Cuál es el museo más raro en el que has estado? Ahora puedes añadir a esa lista el museo de “drenaje” de París, donde drenaje es eufemismo para decir alcantarillado. A principios del Siglo XII, cuando la higiene brillaba por su ausencia, los ciudadanos de París arrojaban a las calles y al Sena sus desechos, contaminando su principal fuente de agua. El rey Felipe Augusto ordenó entonces la construcción de un sistema de alcantarillado que continuó Napoleón III y que hoy se extiende unos dos mil cuatrocientos kilómetros bajo el subsuelo parisino. En el museo se recorren algunos de estos antiguos túneles con una interesante exposición de la evolución y los usos de este sistema durante la edad media o los años de la plaga para acabar en nuestra época. La entrada al museo se encuentra en el tristemente conocido Pont de l’Alma, en el lado del Quai de Orsay y la entrada son 4.30 euros.

6. Las catacumbas de París

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Como extra en esta lista quiero añadir una de las visitas más interesantes de la ciudad, las catacumbas de París. En el siglo XVIII, después de múltiples quejas de los habitantes del barrio de Les Halles porque el cementerio de los inocentes era un enorme foco de infecciones, el consejo de estado francés decide trasladar progresivamente los restos de todos los masificados cementerios parisinos a antiguas canteras de piedra de la época romana. Se calcula que hay restos de seis millones de personas enterradas en varias canteras en distintos barrios de la ciudad pero sólo existe un osario que se pueda visitar (legalmente).
Es una visita bastante conocida pero que puede desanimar a muchos porque en las catacumbas sólo se admiten doscientas personas a la vez, lo que provoca que la entrada se pueda demorar entre dos y tres horas. Lo mejor es pasarse sobre las 9 de la mañana (abre a las 10) y ver cómo está la cosa. La entrada al osario se encuentra en la estación de metro deDenfert-Rochereau y cuesta 10 euros (gratis para menores de 18 años).

Estos son sólo algunos ejemplos porque, evidentemente, París tiene cientos de sitios más en los que perderse. Beleville con su barrio chino y sus grafitis, la calle de los restaurantes japoneses en Montparnasse, el Bois de Boulogne o mercados como el de San Quintín podrían entrar perfectamente en esta lista. ¿A qué esperas para volver a París?

Fotos: Fernando Jiménez
Texto: Fernando Jiménez*
* Diseñador 3D, supervisor de efectos visuales de profesión y blogger de Mis viajes por ahí.

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