jueves, 13 de noviembre de 2014

Por qué Gloria Álvarez (casi) tiene razón

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La ponencia de Gloria Álvarez en Zaragoza sobre cómo derrotar al populismo es la mejor que he escuchado por parte de un libertario. Elocuente, estructurada, con facts y pocos deslices. Tiene razón en varias cosas, pero cae en el populismo que critica. ¿Por qué?

La integrante del MCN, en su intervención en una conferencia; lleva medio millón de visitas.
FOTO: GLORIA ÁLVAREZ EN ZARAGOZA


Primero lo bueno. Gloria hace su homework y tiene el mérito de lecturas y reflexiones para llegar a sus puntos. Me parece la más interesante de los libertarios y vaya que he escuchado durante los cinco años de la licenciatura que estudié en la Universidad Francisco Marroquín. Son disciplinados para transmitir su discurso a través de radios, programas, columnas y capacitaciones a periodistas. Esa fe en su ideología es su mayor virtud y su mayor defecto. Los mueve y los cega.
Gloria (casi) tiene razón cuando dice que los pobres están desesperados por los fracasos de los gobiernos y por eso recurren a líderes populistas que juegan con las ilusiones y las necesidades de la gente, y llegan al poder para robar y buscan mantenerse en él.

Los argumentos de Gloria

Examinemos sus argumentos, en sus palabras en diez minutos (en un video visto casi medio millón de veces en Youtube) y resumidas por mí en tres puntos.

1. La democracia degenera en populismo

1. La democracia degenera en populismo

Dice que la democracia degenera en populismo porque los pobres caerán ante ofrecimientos clientelares de los políticos. “Florentino dijo que es el populismo es el atajo por el cual jugamos con las pasiones, ilusiones e ideales de la gente para prometer lo que es imposible, aprovechándose de la miseria de la gente, dejando afuera absolutamente toda la razón y la lógica en la toma de decisiones; juega con la necesidad para sencillamente imponer una dictadura”.

2. La pobreza no es culpa de la riqueza

Dice que el discurso que utiliza el populismo es que “tu estás mal porque alguien está bien”. Es decir, que los pobres son pobres porque los ricos son ricos.

3. Los derechos de vida, libertad y propiedad nos salvarán

Propone que todos podamos enriquecernos cuidando de tres derechos: “la vida, la libertad y la propiedad”. Que estos tres derechos son naturales, en contraposición a otros derechos “por los que alguien tiene que pagar”, como la educación y la salud.
¿Por qué sus argumentos están equivocados? Estos son los argumentos que propongo para el debate.

1. El miedo a la democracia de los pobres

Es cierto. Los populistas son una amenaza para nuestras democracias y para nuestras instituciones. Los populistas chavistas o los populistas neoliberales. Pero en el peligro de que “los pobres sin educación voten por los populistas”, me parece se esconde un clasismo y un miedo. La idea detrás es que si los pobres son todavía la mayoría y votan juntos, pueden convertirse en una tiranía contra la clase media y la clase alta. Pero es un miedo infundado.
Primero porque los pobres tienen diferencias ideológicas entre sí y a veces votan por candidatos “pro-élite” (Arzú, Berger) y otra por candidatos “pro-populares” (Portillo, Colom). Así como la clase media y alta votan a veces por uno y otras por otro; y no nos engañemos, los de clases media y alta, tampoco se interesan tanto por la política y la realidad nacional antes de votar.
Segundo porque los pobres no son los únicos que definen presidentes en Guatemala. Son los millonarios (nuevos y viejos) los que pre-deciden a los candidatos. Tres ejemplos: Otto Pérez Molina, Manuel Baldizón y Alejandro Sinibaldi. ¿Cómo llegaron a ser presidente o diputado o ministro? Porque consiguieron millonadas de financiamiento opaco. ¿Y quiénes los financiaron?Según dijo Pérez Molina al embajador estadounidense en 2007, a él lo financiaron las cuatro familias más millonarias de Guatemala.
Que los más acaudalados decidan quiénes son los presidentes y socaven la democracia no le da miedo a Gloria.

2. La pobreza (a veces) es culpa de la riqueza

Gloria dice que hay un problema cuando se riega el mensaje de que los pobres son pobres porque los ricos son ricos, y es cierto, la realidad no es siempre así. Pero no nacimos ayer. La mayor acumulación de riqueza (y de pobreza) en países como Guatemala se dio por las fincas desde 1871. Y con el boom por el café no nos industrializamos como São Paulo o redistribuimos como Costa Rica. Con el boom del café nos convertimos en el país más desigual y con más desnutrición de América Latina.
Dicho eso, hay matices. En la historia reciente, buena parte de la prosperidad se ha hecho con el esfuerzo de personas trabajadoras o de comunidades en cooperativas. Y si algo he aprendido del capitalismo y de ser empresario es que quienes se han mantenido en la élite económica no lo han hecho sólo por prácticas monopólicas o ayuditas estatales, sino también por tesón y aciertos empresariales. Por ejemplo, saber cuándo migrar del café a la banca o de la banca a la telefonía.
En Guatemala, como en todo el mundo, tenemos de ambas. Riqueza gracias a la pobreza de otros (como en el café). Y también riqueza por mérito propio. Ahora hay más oportunidades para el ascenso social, aunque sean lentas y casi siempre tome de al menos dos generaciones. Es decir, papá y mamá pobres que migran a las ciudades y sus nietos ya son clasemedieros urbanos.

3. Fe en la ideología y no en los facts

Gloria dice que en Guatemala se añora el modelo cubano y el venezolano. No es verdad. Dice que si garantizamos los tres derechos de la vida, la libertad y la propiedad llegaremos a la prosperidad y a la democracia. Tampoco es verdad. Los países que son prósperos o aumentan su prosperidad lo han logrado combinando el dinamismo del mercado y la justicia social, para que todos puedan ser prósperos y para que sea sostenible. Costa Rica es el ejemplo más cercano.
Esto es lo que le da sentido a la democracia. Que todos podamos tener derechos de educación de calidad, salud de calidad y seguridad social para que dependa exclusivamente de nuestro esfuerzo y de nuestro trabajo cuán prósperos llegamos a ser. Y quién lo financia, pregunta Gloria. Todos, pero más quienes más tenemos.
Esta fórmula es un fact al que la ideología libertaria se niega a ceder. Dicen que Chile salió adelante por el neoliberalismo, pero no dicen que Pinochet dejó 40 por ciento de pobres y que antes de él hubo una reforma agraria que posibilitó la industria de vinos o que se nacionalizó el cobre. Dicen que si no cobramos impuestos a las grandes fortunas, habrá más riqueza para todos, pero esto no es cierto. Si no le cobramos impuestos a los que más tienen, no se reducirá la pobreza, sólo aumentará la desigualdad.
La Universidad Rafael Landívar demostró que cada año aumenta la parte de la economía que termina en ganancias de grandes empresas y se reduce la que termina en sueldos de los trabajadores. Y mientras la economía del país crece a un insuficiente ritmo de 3 por ciento anual, las ganancias de los bancos (algunos que lucran directamente con la deuda estatal) crecen a 18 por ciento cada año.
El problema con la desigualdad es que los más millonarios acumulan tanto poder que después los políticos no se atreven a ponerles impuestos, los medios no se atreven a criticarlos, los jueces a condenarlos cuando cometen crímenes y se van reduciendo los fondos para bienes públicos de calidad.
Éste no es un problema sólo de Guatemala o América Latina. También de Estados Unidos y Europa. El premio Nobel de economía, Paul Krugman, define muy bienque el mayor riesgo para la democracia no es el populismo, sino la plutocracia.
4. Realidad más compleja
Ciertamente necesitamos instituciones que nos salven de los populistas y de los autoritarios, de quienes desconfían de la democracia y prefieren que las decisiones las tomen unos pocos, sin rendir cuentas. Hay un artículo del intelectual salvadoreño Joaquín Villalobos que define con mucho tino el momento latinoamericano.
“Los antiguos poderes han tenido el monopolio del dinero, de la política, de los medios de comunicación y del conocimiento, hablan inglés, saben de economía, y conocen el mundo, mientras del otro lado hay hambre de todo. No es extraño que así como ahora hay una reacción racista en algunas derechas, existan abusos de poder, revanchismo, políticas autoritarias, uso del Estado para tener ventajas económicas y hasta oportunismo sin ideología en algunos gobiernos de izquierda”.
“En este escenario hay izquierdas sin política económica y derechas sin oferta social. Unos que reparten, pero no producen y otros que producen, pero no reparten. Lo primero es insostenible y lo segundo es conflicto porque la desigualdad es esencialmente un problema de estabilidad y seguridad. La buena noticia es que ahora, desde Washington hasta Buenos Aires, sin los pobres, que son mayoría, no se puede ser gobierno. No es momento de batallas libertarias a muerte, es momento de inteligencia, tolerancia, paciencia, pragmatismo y sobre todo de mucho diálogo”.

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