SISTEMA: PC
AÑO: 1989
GÉNERO: Simulador
PROGRAMACIÓN: DID
PUNTUACIÓN: *****
Sin embargo, los chicos de DID trabajaron duro y concibieron un título a caballo entre el simulador de tropecientas páginas típico de la compañía de Sid Meier y los combates más arcade deudores de la escuela Sega. Sin llegar a ser un After Burner cualquiera desde luego, lo que Ocean y DID lograron es atraer a un nuevo tipo de público que deseoso de acercarse a los simuladores de vuelo de combate, no llegaban a hacerlo debido a los controles complicados y las instrucciones sin fin. F-29 barría todo esto de un plumazo, y auque exige que el jugador tenga en cuenta aspectos como los frenos, los flaps, las contramedidas o el manejo del radar, realmente la única dificultad en el manejo de la aeronave estriba en el aterrizaje, una especie de suerte en la que lo más sencillo era acabar con el morro empotrado en la dura piedra del desierto de Arizona.
Las tres versiones que aparecieron en 1989 apenas presentaban diferencias notables, produciéndose prácticamente un empate entre Amiga y PC, y quedando relegado el título para Atari ST en un honorífico tercer puesto. Sin embargo, lo que era común entre las tres era la extrema optimización de los gráficos y la suavidad con que discurrían en la pantalla de nuestro ordenador. Incluso un vetusto 286 a 12mghz como era mi caso, era capaz de representar sin problemas los prolijos cielos cubiertos de nubes, y los escenarios repletos de edificaciones poligonales con las que los chicos de DID nos cautivaron en su momento.
El motor gráfico no en vano sería utilizado para posteriores desarrollos como Epic, el eterno shooter especial que costó horrores que llegara hasta nuestros ordenadores, Robocop 3, un juego de acción poligonal bastante original y muy bien ejecutado, o TFX, un punto de inflexión en los simuladores de combate modernos. F-29 Retaliator nos ofrecía en cualquier caso pilotar los impresionantes F-22 y F-29 en cuatro escenarios imaginados pero basados en hechos reales. Podíamos “enrolarnos” en la marina y comenzar una campaña, participar en primitivas misiones online con nuesro módem, o directamente meter nuestras narices en un combate contra otros aviones. En cualquier caso lo que íbamos a encontrar seguramente es mucha diversión, un simulador arcade técnicamente irreprochable para la época, con grandes toques de acción y un halo pseudonarrativo que el posterior Wing Commander acabaría por redondear de forma magistral.
RetroManiac nº2, pág. 49
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